viernes, 5 de abril de 2013

Internos y Externos:Locos, Enfermos. Todos a un trazo de distancia.


"La mente humana es re compleja, podemos hacer del mundo una total mierda o hacerlo mil veces más bonito."

Por: Daniela García Lara

Como anunciando caminos que se abren para transformar nuestras vidas, las sorpresas más trascendentes llegan con cada persona. Por esta razón, en aquel momento conocerlo a él me permitió cuestionarme sobre cómo vencer la barrera entre un "afuera" y un "adentro" ¿Cómo distinguir entre aquello que los hace "locos" a ellos y aquello que nos hace estar "sanos" a nosotros? Hace dos años escuché hablar por primera vez sobre el Art Brut a través de un amigo y desde entonces creo en la probabilidad de que hoy en psiquiátricos, cárceles y en lo que se reconoce socialmente como “lugares marginales” hay un espacio disponible para que el Arte Bruto viva y de vida hasta que transforme y permita cuestionar profundos paradigmas.

En Buenos Aires, Argentina, ubicado en el barrio de Barracas encontré el hospital psiquiátrico José Tiburcio Borda. Su imponente fachada hoy tiene un aspecto de abandono, cubierta por enormes rastros de humedad revela la sombra de una institución que en su tiempo fue próspera, pero que ahora ha perdido tanto importancia como reconocimiento. Parece que el síndrome del olvido ha recaído sobre este lugar y sobre aquellas personas que aisladas hace ya más de 25 años de la sociedad civil por su condición mental, aún hoy residen allí.

Al estar en este lugar, que era más un escenario, pude recrear y entender los relatos escuchados. Para entonces, ya habían transcurrido dos años desde que el Centro Cultural del Borda practicaba el Art Brut, tiempo en el que la dirección del proyecto había dependido de los Dadores de Arte, un grupo de jóvenes artistas, convocados por Pedro Cuevas a través de este video y guiados por la idea de quebrantar  la barrera existente entre el interno y el externo, el enfermo y el sano.

Fotografía tomada del portar www.graffittimundo.com

Felipe Reyes, artista colombiano y dador de arte del CCB, cuenta que a pesar de las dudas sobre el origen verdadero del Art Brut, actualmente es atribuido al artista francés Jan Dubuffet, quien a principios del siglo XX, en contraposición a la academia, postuló una corriente en la que se priorizaba "toda clase de producciones que presentan un carácter espontáneo y fuertemente imaginativo". Su postulado rompió con la dependencia a la galería y a la muestra pública de la pieza de arte, pues pintar pasó a ser un ejercicio de carácter íntimo y personal. De igual modo, casi como un acto de resistencia, en el que comprometía a la academia Dubuffet determinó que dentro del Art Brut cualquier persona puede hacer como un ejercicio de exploración personal, no necesariamente de sanación, si no por lo contrario: de reconocimiento.

Bajo este sentido ideológico el Art Brut desde entonces ha sido practicado por personas que no han tenido una "capacitación o aprendizaje artístico" y que adicionalmente se encuentran en "contextos de encierro como hospitales, cárceles, hogares de niños, centros de discapacitados, etc. Afirma Sergio Nicolai Kuzyszyn, artista argentino perteneciente al grupo Dadores de Arte.

En el caso del Hospital Borda se desarrolló a través de diversos talleres en los que emplearon técnicas como pintura, escultura, dibujo, entre otras. A modo autosostenible, todos los materiales fueron financiados por los artistas e invitados. Los resultados del proyecto fueron muy diferentes y de diversas naturalezas, Sergio afirma que de esto nació una cultura "libre del ego del artista", en la que se dejaban de lado las exigencias y expectativas del medio clásico y convencional, para trabajar con la gente. Para Felipe, se logró establecer contacto con el paciente como persona, como individuo en su entorno y con el desarrollo de sus habilidades creativas.


Para los internos, en contadas ocasiones, como en el caso del artista Javier Carada, se descubrieron "grandes talentos", no obstante en otros casos la prioridad era el ejercicio comunicativo, pues como lo dice Sergio "les importaba un choto el arte, sólo querían tener alguien con quien tomar mates, hablar, y establecer el contacto con el 'afuera', deseo que dentro de un psiquiátrico es marcadísimo".

Para el mundo, resultados como haber creado el museo de arte marginal más grande de Argentina y de latinoamerica, festivales como"El Templo de Sharlín" o el Festival de Variedades (ambos nombrados por Adrián, un paciente residente), y la elefanta de cemento Sharlín que mide más de dos metros de alto y tres de ancho habitante hoy del hospital Borda. Fueron algunos de los productos más importantes.

Finalmente para mí, al conocer sobre el Art Brut y sobre estos encuentros realizados cada jueves, los resultados fueron dudas, cambios de perspectivas y la capacidad de alimentar la idea liberadora de que el arte puede ser siempre una suerte de magia que refleja, transforma, advierte y cambia.

Siempre me pregunté sobre los resultados y el beneficio que esto traería para todos los participantes, sobre todo porque Felipe aseguraba cómo algunos días no se sabía quién era parte de qué lado. Los de afuera y los de adentro eran los mismos en el acto de creación. La adrenalina de los días se confundía con delirio y parecía que en cualquier momento todo explotaría. Aunque se sabe que desde la medicina tradicional este tipo de actividades son vistas en su mayoría como "intentos inútiles" por cambiar algo, prefirieron acercarse más a corrientes afines con la psicología social, la arteterapia y el constructivismo, las cuales defienden en algunas ocasiones que practicas así pueden llegar a ser mucho más efectivas que tratamientos con medicamentos químicos. Tal cual como lo afirma Diego Martínez, sicólogo egresado de la Universidad Konrad Lorenz, quien sostiene que este tipo de actividades tienen la capacidad de modificar ciertas conductas en las personas, pues representan líneas de fuga que canalizan el accionar de cada quien y definen su intención.

En todo caso y aunque las posiciones variaban según la marea de los ánimos frenéticos del lugar, tanto artistas como pacientes coincidían en que el propósito del Art Brut no es curar, es quebrantar barreras, es remover y es cuestionar.





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