Por Sebastián Acosta @Ferrocarrilero
Tambores a ritmo lento colman los oídos de Zuleia y Gaia, quienes no pueden evitar aplaudir al escuchar a Laia tocando los yembes, unos tambores con forma de cáliz que causan eco entre cuatro paredes todos los miércoles a las siete de la noche, con el objetivo de bendecir la comida.
Tambores a ritmo lento colman los oídos de Zuleia y Gaia, quienes no pueden evitar aplaudir al escuchar a Laia tocando los yembes, unos tambores con forma de cáliz que causan eco entre cuatro paredes todos los miércoles a las siete de la noche, con el objetivo de bendecir la comida.
Zuleia, mientras organiza el ritual a la comida vegetal, cuenta que es una mujer, y más allá se considera emperatriz perteneciente a la orden religiosa Bobo Shanti, una religión descendiente del Rastafari que pretende trasformar la humanidad respetando la vida y la naturaleza a través de los consejos del jamaiquino cristo negro: Prince Enmanuel.
Antes de empezar el ritual, Gaia un hombre de piel negra, lava sus manos en un tanque, no de lavar ropa, sino de piedra ahondada que permite un máximo de tres litros de agua en donde sumerge y agita las palmas al tiempo que repite: Haile Selassie. Haile Selassie. Haile Selassie. Y las saca para que Laia, un hombre más negro que Gaia, haga lo mismo.
Ahora los tres con las manos limpias, empiezan a limpiar y hablarle a los alimentos como si fueran personas. “Hermoso aguacate te acompañaré con tomate” y rimas similares como la cebolla con la olla y la lechuga sin oruga. Al finalizar, arman emparedados y diversos sanduches como el Hairi, que tiene carne de soya, miel, cebolla, lechuga y marihuana mezclada con perejil.
Gaia y Laia en contacto con los alimentos
Arman 30 sanduches que tienen como única calidad Icontec: El Livity, un ritual caracterizado por bendecir la comida con oraciones, música etíope, nada de reggae y mucho canto a la trinidad constituida por Haile Selassie, (JAH- Dios) Marcus Garvey (Hijo) y el príncipe Enmanuel (Profeta).
Sin embargo a la hora de hacer el Livity, si las mujeres o emperatrices están en su ciclo menstrual, no pueden realizar el ritual y tampoco relacionarse con los hombres, son días únicamente para ella y sus compañeras.
Durante el ritual están de pie con túnicas anchas y turbantes de color rojo al tiempo que aplauden, tocan los yembes y manipulan los alimentos con piedras amatistas, piedras capaces de transmutar la energía negativa en positiva para que de esta forma haya armonía entre los Bobo Shantis y las personas que se alimentan.
Gaia detesta envolver en plástico los sanduches, dice que pierden energía, pero lo hace porque las personas dudan mucho de su higiene. De todas formas, los termina metiendo entre una nevera de icopor y recipientes trasparentes que permiten ver el reflejo de su turbante blanco envuelto en rastas.
Antes de salir a la venta, hacen una oración a Haile Selassie y recogen sus rastas con un caucho grueso que les deja la cabeza en forma de habichuela, perfecta para ser envuelta en el turbante.
Salen de casa en la calle 14 con primera en Bogotá, e instantáneamente son vistos como extraños. La gente mira detenidamente y pregunta por los sanduches con chance de preguntar ¿Ustedes porque se visten así? Y después de decirles que todos cuestan entre dos mil y tres mil pesos, simplemente responden: Somos Bobo Shanti.
Laia tocando el tambor y haciendo símbolo del saludo entre Bobo Shantis
Alejandra Araque, la misma Zuleia, asegura que hay más de 70 Bobo Shanti en la capital, los cuales son nómadas de barrios, se la pasan de localidad en localidad y viviendo entre Rastas o hermanos que llegan de otros países, generalmente de Ecuador y Nicaragua.
“Estamos como los animales: en peligro de extinción”, dice Laia, por ello, todos estos nómadas de barrio saben hacer los mismos alimentos, es un requerimiento para ser parte la religión y llegar a ser Rey o Emperatriz. “Es la una única forma de subsistir, vendiendo sanduches con el toque mágico”, dice Gaia mientras se le escapa el humo de la risa.
Zuleia fue la única que quiso revelar su nombre verdadero. Gaia y Laia dicen que no tienen otro nombre, mientras guardan su cédula y argumentan: “Somos espíritus superiores a la carne y por ello no matamos animales ni comemos de ellos, además, retenemos la eyaculación y andamos en bendición”.
Por otro lado, Gaia manifiesta que “Existe un mundo blanco y un mundo negro, nosotros vivimos en el mundo negro, porque nuestras raíces son africanas y de paz, no queremos un cristo blanco, solo queremos que a todos nos repatríen a Jamaica, y desde allí concientizar a todos de que podemos alimentarnos como bobos o Bobo Shantis”.
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