La ciudad de Bogotá pierde la respiración cada vez que un árbol se enferma y muere talado, por eso la Unidad de Silvicultura de la Secretaría de Medio Ambiente implementó este año una ambulancia para árboles en la que llegan los ingenieros forestales y hacen las veces de paramédicos para atender la emergencia de alguno de los viejos verdes que han sido el pulmón de la capital.
La ambulancia es un vehículo híbrido, es decir, funciona con electricidad y combustible a la vez, lo que reduce el daño ambiental gracias a que funciona con un sistema regenerativo de energía y con un motor pequeño, por lo cual puede ser considerada ecológica. La unidad móvil está equipada con dos dispositivos de medición especializada, un resistógrafo, que funciona como un microtaladro que se adentra en el tronco determinando la resistencia de la madera, y un tomógrafo que establece el estado físico y sanitario al interior de los árboles.
Dos ingenieras forestales son las encargadas de operar la unidad móvil, con base en los resultados obtenidos en los exámenes, emiten los conceptos técnicos que indican el tratamiento más adecuado a seguir según el estado de los árboles, luego se autoriza realizar estos procedimientos a las entidades competentes, dentro de las cuales están el Jardín Botánico José Celestino Mutis, la empresa de acueducto, la UAESP (Unidad administrativa Especial de Servicios Públicos), Codensa o el propietario del predio, en caso de que los árboles estén en espacios privados.
Según la Organización para la Educación y Protección ambiental, en Bogotá hay cerca de 50 ejemplares de árboles, el roble australiano, ciprés y cedrillo hacen parte de la lista. Las especies evaluadas con mayor frecuencia por la unidad son Caucho sabanero, Acacia, nogal, Eucalipto común, Ciprés, Pino, Urapá, y Laurel. Dentro de la lista de enfermedades más comunes están las afecciones por insectos de diversas especies que atacan las hojas o fuste (tronco), también se pueden encontrar hongos que causan necrosis, tumores, chancros o pudrición de la madera.
El primer paso del proceso consiste en hacer una evaluación visual, luego se mide el perímetro del árbol al tiempo que se define en qué zona se realizará el examen, generalmente es en la parte basal (50 cm desde el suelo al tronco) donde se puede determinar la estabilidad del árbol. En el fuste se instalan los sensores de medición, cada uno va clavado con una puntilla que funciona como soporte, se conectan al tomógrafo y de éste sale un cable que va conectado al computador, con un martillo se golpean los sensores para que estos emitan señales de sonido que “según la velocidad de las trayectorias” dibujan en el sistema la gráfica o el mapa que determina la densidad de la madera dentro del árbol. La gráfica es leída por colores: el rojo indica pudrición y tejidos afectados, el color morado indica huecos, grietas o fracturas, y los colores verde y amarillo indican que la madera está completamente sana.
Tomografía realizada a un eucalipto común de 90 años de edad.
Cortesía Unidad Móvil de Silvicultura
Betty Narváez, ingeniera ambiental de la Universidad Mariana de Pasto, afirma que “respecto al procedimiento que está desarrollando la Secretaría de Medio Ambiente, si bien es útil al cumplir con el objetivo de identificar el estado interno del árbol e instantáneo puesto que da resultados en poco tiempo no es efectivo, ya que no da una visión global, no abarca el contexto del árbol, los factores que lo alteran, el nicho ecológico que juega; este procedimiento lo analiza como individuo y olvida que es uno más en el ecosistema. En cambio, un estudio global que analice detalladamente el contexto podría identificar opciones diferentes a la tala, por ejemplo, la replantación en otra zona, o la disminución de algún agente contaminante para permitirle al árbol adaptación y regeneración”.
Sin embargo, Sonia Pardo, ingeniera forestal encargada del proceso de medición, asegura que el procedimiento sólo podría presentar una falla “Existen factores que en la evaluación se escapan de las manos, por ejemplo las afecciones en la raíz, porque por más equipos que hayan ésta no es visible, sin embargo, el sistema que utilizamos es muy útil para conservar los árboles al tiempo que preservamos la integridad de las personas y del lugar en el que están ubicados evitando que se desplomen ocasionando desastres, al ser un proceso científico se basa en argumentos técnicos que brindan seguridad”.
Aunque existan detractores de la labor de la ambulancia para árboles, como los vecinos insatisfechos porque los talan o no, la Unidad Móvil de Silvicultura seguirá recorriendo la ciudad atendiendo las emergencias ambientales deesos viejos verdes de 90, 100 y hasta 200 años de edad que a pesar del tiempo no están dispuestos a caer, y mucho menos a morir.
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