Mientras Bogotá ardía en 1948 entre desordenes y protestas, Humberto Buenhombre empezaba su vida laboral como conductor, luego de haber sido labriego en varias fincas, aprendió a manejar un camión apoyado por don Bernardino, es allí donde se inicia como conductor y comienza la ruta que hoy sigue recorriendo en el mundo del transporte.
Propietarios y conductores de buses han escuchado alguna vez su nombre, pues el tiempo que se ha mantenido en el gremio de transportadores y lo que hoy guarda en un lote ubicado en el centro de Fontibón, dan de que hablar de este hombre, que desde hace 65 años se ha dedicado al transporte, primero como chofer, luego como propietario y hoy como recolector de vehículos viejos. Así lo afirma Osmar Abril, propietario de buses. Hoy a sus 86 años de edad, recorre el barrio donde empezó su labor de transportador.
Fue su cuñado Montenegro quien lo involucró en este mundo. En la época en la que Humberto inicio con el transporte, Fontibón todavía era un municipio, existían dos empresas de transporte: La flota Fontibón y la Nueva Flota, empresas que también hacían rutas intermunicipales. La flota Fontibón pasó a ser la Metropolitana de Transportes todavía vigente, Humberto vivió esa transformación y ha hecho parte de esta desde ese entonces hasta el día de hoy.
Jorge Méndez fue quien le vendió su primera buseta, una Reo modelo 1942 identificada con el número 54, por la cual pagó 17.000 pesos. Al darse cuenta de que este negocio era bastante lucrativo, más adelante adquirió sus propios carros conducidos por sus hermanos Manuel, Israel, Raúl y Eduardo. Humberto el menor de siete hermanos resolvió vivir de esto. Él fue uno de los hombres quien más tuvo acciones en la empresa, hizo plata con el transporte, dice Danilo Poveda conductor y propietario.
Jorge Méndez fue quien le vendió su primera buseta, una Reo modelo 1942 identificada con el número 54, por la cual pagó 17.000 pesos. Al darse cuenta de que este negocio era bastante lucrativo, más adelante adquirió sus propios carros conducidos por sus hermanos Manuel, Israel, Raúl y Eduardo. Humberto el menor de siete hermanos resolvió vivir de esto. Él fue uno de los hombres quien más tuvo acciones en la empresa, hizo plata con el transporte, dice Danilo Poveda conductor y propietario.
A pesar de que esto no se vea reflejado, en 1979 Humberto adquirió un lote cerca al ferrocarril en el barrio Fontibón, donde habita y guarda algunas de sus viejas busetas y carros particulares, pues a medida que sus hermanos morían estas quedaban sin conductor y no volvían a salir, así lo afirma su hijo Humberto quien creció y siguió los pasos de su padre en el mundo del transporte. Por eso allí reposan todos los recuerdos de un hombre que paso toda una vida tras el volante.
La estructura de estas busetas es mucho más grande que las de ahora, para abrir la puerta a los pasajeros había que jalar una manivela pegada a está y al tiempo que el conductor jalaba se abría, Las rutas se veían en la parte superior de la buseta, un papel envuelto en un rodillo tenia los destinos escritos en marcador, una puerta grande en el costado de atrás era la salida de emergencia, los timbres compuestos por un largo cable donde había puesta una campana, al mover esté, la campana sonaba avisando al conductor donde debía parar. 10 centavos era la tarifa que pagaban los bogotanos para llegar a sus destinos. Estos vehículos hacen parte de la memoria histórica de muchos colombianos, hoy los jóvenes las recordamos como las famosas “cebolleras”.
Cinco busetas se alcanzan a ver en medio de los escombros y las ramas de los árboles que las rodean, pues la edad impiden a Humberto realizar el debido mantenimiento, y aunque algunas todavía se conservan con sus sillas enteras el volante y sus puertas funcionando, otras son chatarra con sus latas oxidadas y llenas de repuestos, aún así son apetecidas por muchos, “Nos han llegado a ofrecer dinero pero no para que”. Su hijo cuenta que por uno de los vehículos particulares recibieron una oferta de 2 millones de pesos, pero su padre no quiso, “Yo le sigo la corriente, él prefiere dejarlas ahí antes que venderlas”.
Con un bastón, y las canas que cubren su cabello, Humberto es un reconocido transportador en el sector de Fontibón y al no romper el mito de que los buseteros son toma trago, en medio de sus caminatas disfruta el tiempo con sus viejos amigos y una cerveza, para finalmente llegar a su lote y dormir en compañía de sus viejas busetas.
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